jueves, 7 de marzo de 2019

Memento Mori

Hace no demasiado leí un libro que llevaba ese título. No creo que sea un libro que releería, ni tan siquiera soy capaz de recordar con claridad el argumento. Sin embargo, la curiosidad mató a la gata, y yo, absurdamente inculta, no sabía el significado de esa frase, así que me dispuse con urgencia a buscar qué quería decirme.

"Recuerda que morirás"

La muerte. Esa compañera a la que no temo. Se puede morir de muchos modos y morir en vida es uno de ellos. Se puede morir para mal, sin futuro y de pena, o para bien, renaciendo de tus cenizas. Fuera como fuese, aquella frase me hizo reflexionar; quizá empujada por un momento vital absurda y nimiamente satisfactorio, quizá porque todo, absolutamente todo en mi vida han sido ciclos: en algunos con mejor suerte, en otros con menos... y por algún extraño motivo regresé a la única entrada que había escrito en este blog. De esa abrupta manera me dí cuenta que llevaba cuatro años alargando aquello que ya sabía. Que necesitaba, de algún modo, morir.

Y me decidí a ello.

Soy un animal de costumbres, de esos que se acomodan fríamente en una zona de confort estúpida y anodina y creen que con eso todo irá bien, aunque de algún modo sientan que se someten a lo preestablecido y que se ahogan en un montón de normas, de cánones que no son para ellos. En mi vida he intentado seguir la línea siempre sin éxito. Y es que, todo va bien hasta que sin remedio algo, dentro de ti, destapa el animal salvaje, la furia reprimida, la necesidad de revolución, de recorrer las curvas, de vivir al límite. Es un sentimiento adrenalítico, estresante, revitalizador... deseo que todos lo sintáis alguna vez. Es vivir libre. Y en este momento, aferrada a aquel trabajo mediocre y gris, había llegado al punto y final. Y lo sabía. Lo sentía. Me abrasaba por dentro.

Es aquí donde ahora me hallo, releyendo una vida que nada tiene que ver con lo socialmente aplaudido. Superada la treintena, sin hijos, sin norte... y además, ahora, después de 12 años, sin trabajo. Pero la vida son puntos y es demasiado corta para agotarla en un rincón oscuro y malpagado a cargo de personas que no son capaces de valorar a su personal. Por suerte a mi me acompañó un ejercito de mujeres libres que creían en lo que contaba y que me reconstruyeron esas alas de ángel caído que necesitaba, incluso cuando ellas no podían tenerlas. Mujeres increíbles, luchadoras, únicas... a las que la vida maltrata y de la que se levantan una, otra y otra vez, que me impulsaron a volar en libertad, alto y lejos. Así que ahora... ahora me toca a mi. Con valor por bandera, con el miedo a lo desconocido, con el alma en un puño.

"Memento mori"

No dejéis nunca de hacerlo. Y no dejéis nunca de volver a empezar.

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